viernes, 19 de septiembre de 2008

Anoche volvía a casa pasada la medianoche. Ya dije que mi barrio es desierto de día. Imaginen entonces a esa hora. De la estación a mi casa tomo un atajo. El atajo, por serlo, es doblemente desierto. Intento decir que ese camino, a esa hora, es desierto al cubo. Pero anoche algo pasaba. Hice casi todo el trayecto con un chico con guitarra. Caminabamos los dos separados por escasos pasos. Y entonces, en una esquina, nos cruzó una bicicleta con dos pasajeros. Eso, en Berlín, no es usual. Me refiero a dos personas en una sola bicicleta. Pero también me refiero al encuentro de cuatro personas, a las doce y pico de la noche, en la intersección de Bambergerstrasse y Güntzelstrasse. A veces pasan cosas raras en Berlín.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Simpático "entry"