miércoles, 10 de septiembre de 2008


Vivo en Wilmersdorf. Es un barrio residencial. Creo que tiene la población más grande de viejitas paseando perros. La gente en la calle no se caracteriza por ser multitudinaria. Más bien todo lo contrario. Cuando la calle donde vivo llega a cuatro personas (yo incluida), lo considero un acontecimiento. Hay casas hermosas. Bicicletas amarradas a las verjas. Mucho verde. Una plaza con juegos en la esquina. Creo que en este barrio deben vivir sólo personas de comerciales. Rubios, bonitos, felices y con perro. Hay también, en Wilmersdorf, una plaza. Tiene una estutua de león, una fuente y muchos bancos. Se llama Bayerischer Platz. A su alrededor, y en sus calles aledañas, hay un montón de carteles colgando del aire. Hay que levantar la vista para verlos. No están más que en este barrio. Me dijeron que porque acá era muy importante la población judía. Son carteles que reproducen los que empezaron a haber, antes de los campos. Muestran la gradualidad de la limitación cotidiana. El primero que ví dice: "los judíos deben, en Bayerischer Platz, utilizar sólo los bancos marcados de amarillo".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta entrada es un tanto escalofriante (aunque en la misma medida que el correo de lectores del diario La Nación luego de una protesta de ciudadanos bolivianos en Buenos Aires, en 2008). Sólo le agregaría "Auguenzeguenbritte, 1939". Se lee en la foto, pero quedaría mejor ahí puesto nel Blóg.

marthita dijo...

sabe, cada vez que veo esos carteles me escalofrizo. luego veo esa inscripción que usted menciona y me para el escalofrío. pero inmediatamente vuelvo a leer el cartel, y ya no recuerdo esa inscripción, y todo se torna tan ambiguo, que agarro y me escalofrizo otra vez.

Anónimo dijo...

¿Probaste con un yogur?