domingo, 7 de septiembre de 2008


Domingo. Otra vez. Me levanto, desayuno y salgo. Antes, me pongo mis zapatitos de vaquita de San Antonio en blanco y negro. Mis hebillitas haciendo juego de Bijou Brigitte. Y mi vestido nuevo de H&M, que parece el uniforme de una obrera fabril o el de una enfermera a medio luto (digo, es gris). Me siento una chica pre-muro. Después me voy al mercado de pulgas de Fehrbellinerplatz. Me compro una vieja edición del Struwweltpeter, un famoso libro para chicos del 1800. Famoso por su crueldad. Me como una de esas salchicas largas en panes cortos, con algo que prometía ser ketchup y se revela dulce. Me tomo el U-Bahn. Me bajo en Bernauerstrasse. La calle que solía oscilar, de vereda a vereda, entre el este y el oeste. Miro viejas fotos del barrio. Me maravillo ante un pedazo de muro limpio y gris. Me dejo caer en el rol de turista: consumo. Postales, fotos antiguas, libros. Camino hasta el S-Bahn. Unter den Linden. Entro a una librería-negocio de souvenirs de Berlín. Sigo consumiendo. Consigo el Struwwelthitler, una obvia parodia. Camino hasta Friedrichstrasse. Por suerte Butlers está cerrado. Mi economía no peligra. Me compro un schokocroissant en el camino y me voy a casa a tomar mate. Son casi las seis de la tarde. Otro domingo superado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

qué alegría. me alegro realmente por usted. su alegría es tan contegiosa que supera los límites de lo imaginable. que desmedidamente alegre se la nota luego de haber transitado por la incómoda tarea de "sortear" un domingo.

marthita dijo...

anónimo: está usté siendo irónico???

Anónimo dijo...

mecachís: me descubrieron.