jueves, 10 de julio de 2008

Todos estos días pasaba y las miraba desde la S-Bahn. Me prometía que un día de estos bajaba y las miraba de cerca. Alexander Platz y der Fernsehturm. Hoy fui al cine a Hackeschen Höfe, que está cerca. Salimos a la medianoche, decidimos caminar hasta Alexander Platz para tomar la U-Bahn. El trayecto es largo y lindo. Vi la torre de televisión. Esta vez, desde abajo. Llegamos a la estación, luego de sortear pozos y desvíos (la zona está en construcción). Sólo para descrubrir que ya era tarde y el último tren había pasado. Bus, dijeron. Desandamos todo el camino hecho para llegar a la parada de buses. Me alegré de volver a ver la torre desde abajo. Llegamos a la parada. Aunque esto sólo es un decir, porque la parada no estaba. Dimos vueltas buscándola. No sé cuántas veces más vi la torre desde abajo. Volvimos a la estación, por un poco de orientación. Nos orientaron a seguir el mismo camino que ya habíamos seguido tres veces. En un momento me sentí atrapada. El reloj del mundo marcó las 20.30h en Buenos Aires cuando crucé por quinta vez Alexander Platz. La parada brillaba por su ausencia. La moraleja será remanida pero la creo cierta: lo que se desea a la ligera se cumple en intensidades insospechadas. Eso o der Fernsehturm es una torre resentida y castiga con vueltas en redondo a los incautos que no van a visitarla ni bien pisan Berlin. Quedan advertidos.

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