martes, 22 de julio de 2008


No me digan que los berlineses no son extraños. Al menos, tienen una compleja relación con la higiene. Hay gente que no abre puertas públicas sino con codos o pies, para no tocar con su piel los residuos bacteriológicos de otra gente. Lo he visto: una señora abriendo la puerta de Karstadt con un leve puntapié. Hay gente que hace equilibrio en la escalera mecánica, por idénticas razones. Y hay otra que anda descalza por la calle, por razones que desconozco, alimentando las razones de las señoras de Karstadt y los equilibristas. Y finalmente hay gente que milita fervientemente contra el uso de desodorantes. Y hay perros en el subte y en los trenes. O perros en los bares y los restaurants. Pero también hay -por suerte- toallitas desinfectantes para higienizar, antes del uso, los inodoros públicos. Creo que en esta ciudad se debe estar librando alguna guerra entre asépticos y "naturales", y yo todavía no me entero.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Simpáticas las imágenes y los comentarios de su estadía en Berlin. En cuanto mi mente se encuentre a gusto para escribir algo más que este comentari, te aseguro que lo haré.

marthita dijo...

anónimo: aquí esperamos a que su mente se acomode.

Anónimo dijo...

Sucede que anónimo no maneja muy bien esto de tener que registrarse y pasarle mi número de tarjeta de crédito a no se quién para tener que firmar. Por otra parte, resulta de la más emocionante firmar en carácter anónimo: cientos de miles de personas preguntándose sobre el verdadero rostro de tan enigmático personaje. la vida sin emoción es poco atractiva.