domingo, 29 de junio de 2008





30. CSD Berlín. Todo tiempo pasado fue mejor, dicen. Esta vez no me queda otra que coincidir. Ésta, con la fiesta del 2005, ni se compara (sí, soy una chica cool, visito Berlín cada tres años). No había mariposas, ni lentejuelas, ni marineros, ni princesas asiáticas. No había tanto estereotipo. No había culos, ni tetas, ni celulitis. Tampoco había tanta gente. Creo que los puestos de comida nos sobrepasaban ampliamente. Un poco de cuero, algún que otro chico de tacos altos. Había, eso sí, un trío de -intuyo- indiecitos (suponiendo que los taparrabos fueran, para este trío, índices de indigenismo). Había mucho extranjero en plan de visita al zoológico (temo que me incluyo). Y había, como siempre, el Sr. Nivea. Que regalaba coquetas bolsitas con "cosas de hombres" (männersache). Mononos frasquitos con bálsamos, lociones, desodorantes y otras yerbas. Männersache. Curioso (o tal vez no tanto) comprobar que la visibilidad, en cuanto a gay parade se refiere, parece ser patrimonio de los hombres. En fin. Caminé entre la gente, ví una suelta de globos contra el cielo de la Siegesäule, comí mi primer Bratwurst y, al pasar por el camión de la música disco, me desconocí y me salieron de no sé dónde unos espasmos al ritmo del tun-tun-tun-tun. Luego me compuse, caminé hasta Potsdamer Platz y estrené mi EC comprando un vestidito violeta en H&M. Para seguir con el consumismo cultural, obvio.

No hay comentarios: